En entrevista con los diarios británicos The Guardian y The Observer el presidente Juan Manuel Santos expresó que “es tiempo de repensar la guerra contra las drogas”, y “si eso significa legalización, y el mundo piensa que esa es la solución, le doy la bienvenida. No estoy en contra de eso”. De igual manera el presidente dijo que en esta decisión estarían excluidas drogas como la morfina o la heroína, ya que “son narcóticos suicidas”, y que podría considerarse la legalización de la cocaína si hay un consenso mundial.
La afirmación con un alto valor simbólico va más allá de la legalización de la marihuana, que ha centrado el debate y podría extenderse a la cocaína, por considerar que es la que más daño le ha hecho a nuestro país.
La regulación jurídica de las drogas es un tema que tiene importancia mundial y el abuso de sustancias psicoactivas como el narcotráfico son un problema al que se enfrentan la mayoría de los países en la actualidad. Las políticas dominantes que se fundan en la prohibición empiezan a ser muy cuestionadas ya que vemos los resultados de su ineficacia reflejados en el hecho de que la gente sigue consumiendo drogas.
Le legalización, desde las distintas perspectivas, incluyendo la reducción del daño y de minimización de los riesgos, y las estrategias de criminalización de la producción y la distribución, están hoy en el debate público. A pesar de éxitos parciales indudables, la “guerra contra las drogas” ha sido un total fracaso. No obstante que se han aumentado los recursos y la intensidad de la represión, la oferta de droga sigue creciendo.
La prohibición ha consolidado una poderosa economía ilegal internacionalizada basada en las ganancias extraordinarias provenientes de la ilegalidad, que provoca así un monopolio criminal de la distribución, con todas las secuelas que eso tiene en términos de violencia, corrupción e inestabilidad institucional. Colombia como ningún otro país ha sentido en carne propia el peso de esa tragedia. Y lo ha pagado caro en las últimas dos décadas.
La prohibición y la guerra contra las drogas, lejos de permitir un mayor control de la producción, distribución y consumo de las drogas ilícitas, descontrola el mercado y favorece a poderosas organizaciones criminales, como ocurre actualmente.
La legalización desde una perspectiva pragmática, sigue ganando seguidores en el mundo. Que el propio presidente colombiano, lo reitere, es el reflejo de lo que está pasando en este campo.
Este tema aunque lleno de tabúes, debe abrir un debate. Y lo que eso significará también, en el caso de Colombia, en términos de paz, estimando que el conflicto interno, se financia con recursos de la coca.
Angela Paderi
Periodista
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